Un Seat Cordoba, las amistades y la luz al final del túnel
joaquindiezjournal.substack.com
Septiembre 1998, apenas llevaba un año trabajando, vivía en un piso compartido de estudiantes en el Barrio del Carmen del Madrid, justo pasando el puente de Ventas, a pocos minutos de la parada de Metro del Carmen. Llevaba 1 año viviendo con ellos, y tenía toda la ilusión de la juventud, el vivir fuera, estar trabajando, tener un sueldo. Me parecía emocionante, despertar cada día a las 7 de la mañana, ducharme, desayunar rápidamente y ponerme un traje, camisa y corbata para coger todos los días a las 8 de la mañana el Metro de Madrid para ir hasta el intercambiador de Moncloa, coger un autobús hasta Pozuelo de Alarcón para ir a los edificios Ática y trabajar 10 horas en un zulo sin luz para el Banco Santander, desarrollando el software que gestionaba las llamadas de campañas comerciales que realizaba el banco. Era una hora y pico de ida, y otra hora y poco de vuelta, día tras día, 40 horas al mes que tiraba a la basura.
Un Seat Cordoba, las amistades y la luz al final del túnel
Un Seat Cordoba, las amistades y la luz al…
Un Seat Cordoba, las amistades y la luz al final del túnel
Septiembre 1998, apenas llevaba un año trabajando, vivía en un piso compartido de estudiantes en el Barrio del Carmen del Madrid, justo pasando el puente de Ventas, a pocos minutos de la parada de Metro del Carmen. Llevaba 1 año viviendo con ellos, y tenía toda la ilusión de la juventud, el vivir fuera, estar trabajando, tener un sueldo. Me parecía emocionante, despertar cada día a las 7 de la mañana, ducharme, desayunar rápidamente y ponerme un traje, camisa y corbata para coger todos los días a las 8 de la mañana el Metro de Madrid para ir hasta el intercambiador de Moncloa, coger un autobús hasta Pozuelo de Alarcón para ir a los edificios Ática y trabajar 10 horas en un zulo sin luz para el Banco Santander, desarrollando el software que gestionaba las llamadas de campañas comerciales que realizaba el banco. Era una hora y pico de ida, y otra hora y poco de vuelta, día tras día, 40 horas al mes que tiraba a la basura.